El llamado a la sujeción a las autoridades civiles es una parte esencial de la ética cristiana. La Escritura enseña que toda autoridad legítima procede de Dios y tiene como propósito promover el bien común, la justicia y el orden social. El creyente no vive al margen del mundo, sino como ciudadano del Reino y ciudadano responsable en la tierra, obedeciendo las leyes, honrando a los gobernantes y contribuyendo activamente a la paz y el bienestar de su entorno.
Las autoridades humanas, aunque imperfectas, ejercen un rol delegado por Dios. La obediencia a las leyes justas no solo evita el castigo, sino que honra a Dios como Señor del orden y de la justicia. La sumisión a los gobernantes debe surgir de una conciencia informada, no solo del temor a la sanción.
Dios usa los gobiernos como instrumentos de justicia, aun en contextos difíciles.
📖 Romanos 13:1–7; 1 Pedro 2:13–17; Tito 3:1; Jeremías 29:7
La sujeción cristiana no es absoluta ni ciega. Cuando las autoridades humanas demandan lo contrario a la Palabra de Dios, el creyente está llamado a obedecer a Dios antes que a los hombres, con valentía, mansedumbre y disposición a sufrir por causa de la justicia. Esta desobediencia civil legítima no nace de rebeldía carnal, sino de fidelidad espiritual.
El testimonio de los apóstoles y mártires confirma este principio.
📖 Hechos 5:29; Daniel 3:16–18; Daniel 6:10; Mateo 10:28
El creyente expresa su obediencia civil también mediante actos concretos: orando por los gobernantes, pagando tributos con integridad, y viviendo como ciudadano ejemplar. Estos actos no son meros deberes sociales, sino frutos del evangelio que muestran la diferencia de un corazón transformado.
La obediencia activa es parte del testimonio público del Reino de Dios.
📖 1 Timoteo 2:1–3; Mateo 22:21; Filipenses 2:14–15; 1 Tesalonicenses 4:11–12
La sujeción a la autoridad debe ser ejercida con humildad, sabiduría y discernimiento espiritual, reconociendo que Cristo es el Señor supremo sobre toda autoridad terrenal. Vivir bajo autoridad no es debilidad, sino obediencia consciente y fruto de una vida gobernada por el Espíritu.
Un cristiano obediente, pero no conformista; respetuoso, pero no idólatra; pacífico, pero no silencioso ante la injusticia.
📖 Colosenses 3:23–24; Isaías 33:22; Proverbios 8:15–16; Apocalipsis 1:5