Los dones espirituales son expresiones sobrenaturales de la gracia de Dios dadas a cada creyente para el bien del cuerpo de Cristo. No son talentos naturales ni recompensas por mérito, sino capacidades concedidas por el Espíritu Santo para cumplir la misión de la iglesia. Su propósito no es la exaltación personal, sino la edificación mutua, el servicio humilde y la glorificación de Dios.
Cada creyente recibe al menos un don, pero su uso debe ser guiado por la Escritura, evaluado con discernimiento, y ejercido en amor.
Los dones espirituales proceden del Espíritu Santo, quien los distribuye soberanamente según Su voluntad. Son parte del equipamiento espiritual dado a los redimidos para fortalecer, animar, exhortar, servir y edificar al pueblo de Dios. Ningún don tiene como fin la autoexaltación, el espectáculo ni el control religioso.
El Espíritu reparte a cada uno conforme a la necesidad del cuerpo, para que Cristo sea glorificado en todos.
📖 1 Corintios 12:4–11; Efesios 4:11–13; Romanos 12:6–8; 1 Pedro 4:10–11
Aunque hay diversidad de dones, hay un solo Espíritu y un solo cuerpo. Ningún don es absoluto, ni todos deben poseer el mismo. La unidad no exige uniformidad, sino coordinación en el amor. Cada miembro aporta algo necesario; ninguno es prescindible. La iglesia madura cuando todos ejercen sus dones en sumisión a Cristo y en servicio a los demás.
La comparación y el orgullo son enemigos del propósito de los dones.
📖 1 Corintios 12:12–27; Efesios 4:15–16; Romanos 12:3–5; Filipenses 2:3–4
Los dones espirituales incluyen capacidades como enseñanza, servicio, exhortación, liderazgo, administración, fe, sanidad, profecía, discernimiento, lenguas y otros. Algunos son más visibles; otros, más silenciosos. Todos son útiles, pero deben evaluarse a la luz de la Palabra, nunca como medidas de espiritualidad.
No todos los dones continúan en la misma forma en cada tiempo, pero su principio —la edificación en amor— permanece.
📖 1 Corintios 14:1–12; Romanos 12:6–8; 1 Timoteo 4:14; Hebreos 2:4
Todo ejercicio de dones debe hacerse en el contexto del amor, la humildad, el orden y la edificación del cuerpo. Sin amor, los dones se vuelven ruido vacío; sin discernimiento, pueden ser causa de confusión o abuso espiritual. La Escritura es la norma que regula su uso, y la comunidad tiene la responsabilidad de discernir su autenticidad y utilidad.
Los dones nunca contradicen la verdad bíblica ni suplantan la autoridad de la Palabra.
📖
1 Corintios 13:1–3; 1 Corintios 14:26,33,40; 1 Juan 4:1; 2 Timoteo 3:16–17