La Cena del Señor es una ordenanza instituida por Cristo para ser observada por Su iglesia hasta Su regreso. No es un mero símbolo vacío ni un ritual místico, sino una comunión espiritual con Cristo en fe, mediante la cual los creyentes recuerdan Su muerte, proclaman Su victoria y anticipan Su regreso. Es un acto sagrado que debe celebrarse con reverencia, unidad y discernimiento, como expresión viva del evangelio.
Jesucristo estableció la Cena la noche de Su traición, tomando el pan y la copa como símbolos de Su cuerpo entregado y Su sangre derramada por muchos. Esta cena conmemorativa no fue una sugerencia, sino una ordenanza que debe ser observada por los redimidos como memorial permanente de Su sacrificio.
📖 Mateo 26:26–29; Lucas 22:19–20; 1 Corintios 11:23–26
En la Cena, el creyente no participa literalmente del cuerpo y la sangre de Cristo, como enseñan ciertas distorsiones doctrinales, sino espiritualmente, por medio de la fe. Es Cristo mismo quien se comunica con los suyos, no a través de una transformación de los elementos, sino mediante Su presencia real por el Espíritu.
Este acto alimenta el alma, fortalece la fe y renueva la esperanza del creyente, pero no otorga gracia de manera automática o mágica.
📖 Juan 6:35,63; 1 Corintios 10:16; Hebreos 10:10–14; Romanos 8:9–10
La Cena del Señor es para creyentes nacidos de nuevo que viven en comunión con Cristo y con Su cuerpo. Debe celebrarse con examinación personal, arrepentimiento genuino y discernimiento espiritual, reconociendo el cuerpo de Cristo con humildad y gratitud. Participar sin fe, sin discernir o en pecado deliberado es pecado grave contra el Señor.
📖 1 Corintios 11:27–32; 2 Corintios 13:5; Hebreos 12:28–29; Salmo 24:3–4
Al compartir la Cena, la iglesia proclama su unidad en Cristo, se edifica mutuamente y glorifica a Dios. Es una ocasión de adoración profunda, no de formalismo vacío. Cada participación renueva la conciencia del evangelio: que fuimos comprados por precio, que pertenecemos a Cristo, y que vivimos esperando Su retorno glorioso.
📖 1 Corintios 10:17; Efesios 4:3–6; Tito 2:13–14; Hebreos 9:28
La Cena del Señor también mira hacia el futuro. Cada celebración anticipa la cena de las bodas del Cordero, cuando Cristo venga en gloria y los redimidos se sienten con Él en la comunión perfecta del Reino. Así, el pan y la copa apuntan no solo a la cruz, sino también a la coronación.
📖 Apocalipsis 19:6–9; Mateo 26:29; Lucas 22:18; Isaías 25:6–9